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Tratamiento psicológico para la depresión: la terapia cognitiva de Beck

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  El modelo cognitivo  para la depresión  de Beck fue desarrollado  desde los años cincuenta y se ha ido enriqueciendo hasta nuestos días  mediante la  incorporación de  variables  genéticas, neuroquímicas y  cognitivas (Beck 2008).El modelo cognitivo de Beck de la depresión se basa en fundamentalmente en el procesamiento de la información  donde pensamientos automáticos , distorsiones cognitivas , creencias disfuncionales, y sesgos en el procesamiento de la  información van a dar cuenta de la depresión.   Beck plantea que durante nuestra historia de aprendizaje vamos adquiriendo esquemas o supuestos básicos sobre nosotros, las relaciones, el futuro …, estos esquemas se van incorporando al sistema de creencias que tiene cada persona. Imaginemos   un niño que vive dentro de un entorno familiar donde es criticado por sus notas  o comportamiento, que incluso cuando el rendimiento escolar es bueno el mensaje que se le envía es que debe mejorar. Ante esta situación recurrente el niño va a generar una creencia de si mismo: «No soy suficientemente bueno», «No valgo», «No estoy a la altura».  Estas creencias van a ir acompañadas de emociones y sentimientos congruentes con la creencia: frustración, tristeza, desánimo…, y esto es un esquema: una creencia y la emoción que la acompaña. Sigamos imaginando, nuestro niño crece va aprobando curso tras  curso,  llega a la universidad acaba su carrera y encuentra un trabajo. ¿Qué ha sucedido con su esquema ? lo más probable es que su esquema se haya «dormido» es decir está latente como en un estado de hibernación y permanecerá en ese estado  hasta que ocurra algún suceso estresante que coincida en cierta forma con el contenido del esquema como pueden ser un despido o una ruptura sentimental. Los esquemas cognitivos funcionarían como elementos que determinan como una persona entiende y estructura las experiencias.  El modelo de Beck presupone que las experiencias  traumáticas favorecen la aparición de creencias  disfuncionales que van a predisponer a la depresión mientras que  los factores estresantes  que se produzcan posteriormente actuarían como precipitantes.  

Experiencias adversas en el desarrollo

Sucesos estresantes activan los esquemas

Generación de esquemas disfuncionales

Constante sesgo cognitivo negativo: depresión

A partir de este momento el esquema vuelve a estar activado y empiezan a suceder una serie de fenómenos que irán sumiendo a la persona en la depresión:

 

  • El esquema activado comienza a ocupar cada vez más tiempo en la conciencia. Es decir se hace más frecuente el pensamiento y la emoción negativa esto a su vez genera que el contenido del esquema se haga más creíble por una doble vía.  Cuanto más se repite un mensaje  mayor  es el grado de credibilidad,  cuanto mayor es la emoción que genera un mensaje mayor es la huella que genera en la memoria.   Es decir, al final se entra en un bucle en el que los pensamientos y emociones negativas cada vez son más frecuentes, mas intensos y más creíbles, lo que dificulta que la persona  los considere como erroneos.

 

  • La atención y la memoria buscan la congruencia con el esquema activado. Esto supone que los recuerdos que coincidan con el esquema afloran con una mayor facilidad, de una forma similar la atención tenderá a centrarse en las situaciones actuales que puedan relacionarse con el esquema. La consecuencia de este mecanismo es un incremento en pensamientos y sensaciones negativas.

 

  • Aparición de la triada cognitiva.  La triada cognitiva es una visión negativa de uno mismo, del mundo y el futuro. La persona deprimida empieza a verse malo,  débil, poco valioso…., lo mismo le va a suceder con lo que le ofrece el mundo y el futuro. En la persona deprimida va a existir una tendencia  a valorar sus experiencias de forma negativa y  atribuibles a sus defectos y carencias.

 

  • Las distorsiones cognitivas mantienen  el proceso depresivo. Las distorsiones cognitivas son errores a la hora de procesar la información, en la depresión van a favorecer una interpretación negativa de uno mismo, la realidad y el mundo incluso en las situaciones que pueden explicarse o interpretarse de una forma más positiva o realista. La persona deprimida va a  distorsionar la realidad para que esta se ajuste al esquema activado.

 

  • El entramado cognitivo empieza a generar el resto de síntomas depresivos. Para Beck  los síntomas   conductuales, afectivos o motivacionales son el reflejo del sistema de pensamientos que se está instaurando en la persona. Si una persona deprimida espera no disfrutar de  cierta actividad, es decir tiene una expectativa negativa sobre la ocurrencia de un suceso,   lo más logico es que evite realizarla y no pueda comprobar si su expectativa era cierta o no. Para Beck  la evitación y el escape que van postrando y sumiendo a la persona en una depresión más severa son consecuencia del estilo cognitivo que aparece en la depresión.

Los numerosos estudios para comprobar la eficacia del tratamiento cognitivo para la depresión han mostrando unos niveles de eficacia muy  similares a la medicación.  Los estudios  han mostrado fluctuaciones que en algunos casos reflejan una eficacia algo menor a la farmacoterapia  y en otros la terapia cognitiva obtiene mejores resultados.  En cuanto a los niveles de recaídas los estudios muestra que la terapia cognitiva genera unos niveles de recaída menores al tratamiento farmacológico puesto que ciertas personas son refractarias al tratamiento, experimentan multitud de síntomas secundarios  adversos o vuelven a sufrir una depresión al retirarse la medicación. Las investigaciones también han demostrado que la terapia cognitiva es eficaz en la prevención de recaídas, el tratamiento de la distimia, de la depresión aguda, de las depresiones recurrentes y del trastorno mixto de ansiedad y depresión.

 

 

Ver estudios sobre la eficacia

Rush, Beck, Kovacs y Hollon, 1977;

Kovacs, Rush, Beck y Hollon, 1981;

Murphy, Simons, Wetzel y Lustman, 1984;

Elkin, Parloff, Hadley y Autry, 1985;

Dobson, 1989;

Thase, Simons,Cahalane y McGeary, 1991;

Thase, Bowler y Harden 1991,

Thase, Simons, Cahalane y McGeary, 1991;

Hollon ,Shelton, y Loosen, 1991

Hollon, DeRubeis, Evans, Wiemer, Garvey, Grove y Tuason, 1992;

Shea, Elkin, Imber, Sotsky,Watkins, Collins, Pilkonis, Beckham, Glass, Dolan y Parloff, 1992;

Markowitz, 1994;

Sacco y Beck, 1995;

Blackburn y Moore ,1997

Peterson y Halstead, 1998

DeRubeis, Gelfand,  Tang, y Simons, 1999;

Jarrett, Schaeffer, McIntire, Witt-Browder, Kraft y Risser, 1999;

Echeburúa,  Salaberría, De Corral,  Cenea,  y Berasategui, 2000;

Hollon , Thase , y Markowitz , 2002;

Butler, Chapman, Forman, y Beck , 2006

 

 

El tratramiento para la depresión ideado por Beck se puede separar en  las estrategias cognitivas  y conductuales  aunque estás últimas se sulen usar como pruebas de realidad para modificar ciertas creencias disfuncionales. Por ejemplo si  una persona piensa que no va a disfrutar de un encuentro social se le  animaría a ir a ese encuento para comprobar si su hipotesis era cierta. De esta forma las técnicas conductuales son usados como elementos para reestrurturar los pensamientos y las creencias negativas de la persona deprimida. Tando las estrategias cognitivas como conductuales va a ser usadas   para manejar  los sintomas afectivos, motivacionales, cognitivos y conductuales que aparecen en la depresión

En la siguiente tabla se muestran las principales  (Beck, Rush, Shaw y Emery 1979)

 

 

Técnicas cognitivas

– Detección de pensamientos automáticos
– Registro de pensamientos inadecuados
– Pruebas de realidad
– Técnicas de reatribución
– Busqueda de soluciones alternativas
– Contador de respuesta
-Técnicas de distracción
– Tecnicas basadas en el humor
– Autoinstrucciones
– Aumento de la tolerancia a la tristeza

Técnicas conductuales

– Aumento gradual de la activación
– Programación de actividades
– Tareas graduadas
– Ejercicios de dominio y placer
– Entrenamiento en asertividad
– Role Playing
– Practica cognitiva
– Limitación de las expresiones de tristeza

 

Ver bibliografía

 

Beck, A. T., Rush, A. J., Shaw, B. F., & Emery, G. Cognitive therapy of depression, 1979. Guilford, New York.

Beck, A. (2008). The evolution of the cognitive model of depression and its neurobiological correlates. American Journal of Psychiatry, 165(8), 969-977.

 

Blackburn, I. M., & Moore, R. G. (1997). Controlled acute and follow-up trial of cognitive therapy and pharmacotherapy in out-patients with recurrent depression. The British Journal of Psychiatry

 

Butler, A. C., Chapman, J. E., Forman, E. M., & Beck, A. T. (2006). The empirical status of cognitive-behavioral therapy: a review of meta-analyses. Clinical psychology review (1), 17-31.
DeRubeis, R. J., Gelfand, L. A., Tang, T. Z., & Simons, A. D. (1999). Medications versus cognitive behavior therapy for severely depressed outpatients: mega-analysis of four randomized comparisons.  American journal of Psychiatry (7), 1007-1013.

 

Dobson, K. S. (1989). A meta-analysis of the efficacy of cognitive therapy for depression. Journal of consulting and clinical psychology, 57(3), 414.

 

Echeburúa, E., Salaberría, K., De Corral, P., Cenea, R., & Berasategui, T. (2000). Tratamiento del trastorno mixto de ansiedad y depresión: resultados de una investigación experimental. Análisis y Modificación de Conducta, 26(108), 509-535.

 

Elkin, I., Parloff, M. B., Hadley, S. W., & Autry, J. H. (1985).NIMH treatment of depression collaborative research program: Background and research plan. Archives of general psychiatry, 42(3), 305.  

 

Hollon, S. D., DeRubeis, R. J., Evans, M. D., Wiemer, M. J., Garvey, M. J., Grove, W. M., & Tuason, V. B. (1992). Cognitive therapy and pharmacotherapy for depression: Singly and in combination. Archives of General Psychiatry (10), 774.

 

Hollon, S. D., Thase, M. E., & Markowitz, J. C. (2002). Treatment and prevention of depression.Psychological Science in the Public Interest, 3,1–39.

 

Hollon, S. D., Shelton, R. C., & Loosen, P. T. (1991). Cognitive therapy and pharmacotherapy for depression. Journal of
Consulting and Clinical Psychology, 59, 88–99.

 

Jarrett, R. B., Schaffer, M., McIntire, D., Witt-Browder, A., Kraft, D., & Risser, R. C. (1999). Treatment of atypical depression with cognitive therapy or phenelzine: a double-blind, placebo-controlled trial. Archives of General Psychiatry(5), 431-437.

 

Kovacs, M., Rush, A. J., Beck, A. T., & Hollon, S. D. (1981).Depressed outpatients treated with cognitive therapy or pharmacotherapy: a one-year follow-up. Archives of General Psychiatry, 38(1), 33-39.

 

Markowitz, J. C. (1994). Psychotherapy of dysthymia. The American journal of psychiatry, 151(8), 1114-1121.

 

Murphy, G. E., Simons, A. D., Wetzel, R. D., & Lustman, P. J. (1984).Cognitive therapy and pharmacotherapy: Singly and together in the treatment of depression. Archives of General Psychiatry, 41(1), 33-41.

 

Peterson, A. L., & Halstead, T. S. (1999). Group cognitive behavior therapy for depression in a community setting: A clinical replication series. Behavior Therapy(1),3-18

 

Rush, A. J., Beck, A. T., Kovacs, M., & Hollon, S. (1977). Comparative efficacy of cognitive therapy and pharmacotherapy in the treatment of depressed outpatients. Cognitive therapy and research, 1(1), 17-37.

 

Sacco, W. P., & Beck, A. T. (1995). Cognitive theory and therapy.

 

Shea, M. T., Elkin, I., Imber, S. D., Sotsky, S. M., Watkins, J. T., Collins, J. F., … & Parloff, M. B. (1992). Course of depressive symptoms over follow-up: findings from the National Institute of Mental Health Treatment of Depression Collaborative Research Program. Archives of General Psychiatry, 49(10), 782-787.

 

Thase, M. E., Simons, A. D., Cahalane, J., McGeary, J., & Harden, T. (1991).Severity of depression and response to cognitive behavior therapy. Am J Psychiatry, 148(6), 784-9.

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