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Adiós Pañales

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Los padres primerizos con frecuencia se ven desbordados ante los numerosos cambios por los que pasa su pequeño bebé en tan pocos años. Gracias a internet, es fácil encontrar respuestas a muchas de las preguntas que surgen en padres novatos y no tan novatos… Sin embargo, también es cierto que en muchas ocasiones se lían aun mas. Si tecleamos por ejemplo las palabras “pañales fuera” en Google, Google nos puede mostrar nada menos que 4.760.000 entradas (sí, casi 5 millones). En estas diversas páginas hay gente que aconseja comenzar a enseñarle al bebé cómo usar el orinal a partir de los 18 meses. Otros dicen que a partir de los 3 años; esto también depende de en qué país vivimos, porque también hay diferencias importante en función del punto geográfico en que nos encontramos. Así, países más ricos abogan por retrasar este momento mientras que países con menor poder adquisitivo dictaminan que cuanto antes, mejor; y los pediatras de uno u otro país nos guiarán en direcciones diferentes.

niño en el orinal

Asociar el orinal al juego puede ayudar en el proceso de abandonar el pañal.

 

Ahora bien, ¿a qué nos hemos de atener? Parece que el momento idóneo como tal no existe de modo generalizado. Depende más bien de procesos corporales madurativos de cada infante, así como de determinados procesos mentales. A veces, por muy pronto que se empiece a mostrar el orinal al niño, no significa que vaya a estar “limpio” antes. Es más, a veces los padres se frustran así de manera innecesaria y consciente o inconscientemente presionan a los niños. Y no, la presión es muy contraproducente en este proceso.

 

¿A qué procesos corporales me refiero?
Aparte de los procesos corporales como tales, que necesitan de una maduración neurofisiológica que tiene lugar al rededor de los 24 meses, existen otros procesos que también han de estar presentes (a lo mejor no en su totalidad, pero cuantos más de estos “prerrequisitos” cumplan sus hijos, más fácil será la transición).
Pues por ejemplo, cosas tan simples como que el niño sea capaz de andar solo al orinal y sentarse. Que sepa poner y quitarse el pantalón. Que pueda verbalizar que necesita hacer pipí o popó y que sepa que son dos cosas diferentes (hacer pipí o popó). Que pase periodos de 3 o 4 horas “seco”.

 

¿A qué procesos mentales me refiero?
Quiere hacerlo todo “yo solito”. Nos insta a cambiarle el pañal cuando éste está sucio, porque se siente algo incómodo. Muestra cierto interés en ir al servicio y le gusta observar.

 

En un principio orinar propiamente dicho le será más fácil. Y aunque sea capaz de percibir la necesidad de evacuación intestinal, le costará más “soltarlo” en el orinal o inodoro. Al fin y al cabo, es algo que él mismo ha producido en su cuerpecito y no es fácil desprenderse de algo propio. Importantísimo: Nada de estresar al niño. Si le resulta más fácil descargar en el pañal, tenemos que tener paciencia. Consejo: vacíen con él el contenido del pañal en el inodoro. Dele la posibilidad de despedirse de su “producto” ?

 

Algunas recomendaciones prácticas:

    • Deje que el niño juegue con el orinal, por ejemplo, sentando en él a sus peluches.
    • Póngale un pantalón cómodo que pueda subir y bajar fácilmente.
    • Pregúntele a lo largo del día si necesita ir al servicio, ya que es posible que al niño se le olvide que no lleva pañal y se haga pipí encima. No pierda la calma en esos momentos “fallidos”. Permítale que le ayude a limpiar la mancha producida, de manera que se involucre en lo ocurrido.
    • Alégrese cuando el niño utilice el orinal. No le eche la bronca si no lo hace y tampoco exagere su alegría, ya que el elogio tiene que llegar de manera natural y realista.

 

El pañal “de por la noche” puede tardar algo más en quitarse. Meses e incluso años. Hacia los 4 años los niños suelen estar también “secos” por la noche. Es más difícil detectar la necesidad de “ir al baño” cuando uno está dormido y encima levantarse y que le dé tiempo a ir al cuarto de baño. Así que de nuevo calma. Aquí es muy práctico el uso de las denominadas “braguitas pañal”, para que el pequeño no tenga la sensación de tener un pañal puesto.

 

El ser capaz de controlar vejiga y esfínteres produce un gran placer y es uno de los grandes hitos de esta etapa evolutiva. Freud subrayaba su enorme importancia demarcando esta etapa como “etapa anal”, hablando de la función excretora como antecedente de variadas complicaciones posteriores, tales como el miedo a la pérdida, la necesidad de orden excesiva, la necesidad de retención, el ser tacaño “agarrado”, etc. etc., presentes en un alto número de patologías.

 

Esta va a ser la primera vez que la pequeña personita va a ser capaz de “dar” algo a otra persona (generalmente la madre o quien cumpla la función materna) y siente cómo puede controlar la reacción de los demás. Al mismo tiempo, es la primera vez que va a aparecer un conflicto entre las ideas de lo padres y las suyas propias. Siente una cierta autonomía frente a la cuasi absoluta dependencia previa, implicando una determinada identidad corporal.

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